Las vivencias y etapas que superamos quedan reflejadas en nuestra firma, evolucionando y exhibiendo el paso del tiempo.
A pesar de la automatización que logramos de nuestras firmas desde el momento de su creación y tras su inagotable práctica, las vivencias y etapas que superamos quedan reflejadas en ella, evolucionando y exhibiendo el paso del tiempo.
La clasificación de la evolución de la firma se divide en 6 etapas:
-El garabato, ejecutado antes de los 7 años de edad. El niño juega y experimenta con líneas que se entrecruzan formando garabatos, sin poseer la consciencia necesaria para crear un modelo que pueda reproducir y que represente su identidad como individuo.
-Primera firma, situada en la preadolescencia (12-13 años). Esta firma no es apta para ser analizada grafológicamente, pues el individuo está en pleno proceso de cambio y formación de la propia personalidad. Es útil su observación para comprobar el adecuado desarrollo psicomotriz. Suele estar compuesta de nombre o nombre y apellidos, adornada con elementos gráficos familiares de su entorno.
-Firma adolescente, plagada de cambios y variantes, volatilidad fruto de la continua búsqueda de la definición de la personalidad y el sentido de pertenencia. Destacan signos gráficos de inseguridad y miedos.
-Firma del adulto-joven, la firma goza de mayor estabilidad, pero aún existe la presencia de elementos que dificultan su legibilidad. La entrada a la vida laboral es un factor muy importante que aporta formalidad y búsqueda de seriedad en el patrón de la firma. Suele optarse por prescindir del nombre o darle menos protagonismo y elevar los apellidos, otorgando más importancia a la parte social.
-La firma del adulto, la estabilidad de la firma llega a su punto más alto. Los trazados que la componen, sobre todo los finales, tienden a la simplificación, prueba de seguridad y espontaneidad. El adulto se ha liberado de muchos miedos e inseguridades, concluyendo así el proceso de autoaceptación.
-La firma en la senectud, debido a la automatización de toda una vida la firma es la última producción gráfica que se ve afectada durante la enfermedad y el paso del tiempo. En algunos casos es posible que, tras haber perdido incluso la consciencia del acto de firmar y lo que significa, o sufrir algún tipo de impedimento motriz, el individuo sea capaz de rubricar con soltura.
A continuación, se expone la estabilidad y evolución de una firma-rúbrica en la que el autor está representado en tres etapas de su vida, a los 32, 45 y 65 años.
Por lo tanto, ya sea para un análisis grafológico en el que se necesite extraer rasgos psicológicos y de personalidad del autor o bien para realizar un Informe Pericial Caligráfico de firma, es imprescindible ubicar el autógrafo en su etapa correspondiente.
Lucrecia Di Santo.